Pekín, que había tratado de frenar el informe elaborado durante un año, respondió con furia a su publicación y compartió un documento de un centenar de páginas del gobierno provincial de Xinjiang defendiendo su política.
"El supuesto informe crítico que usted mencionó está planeado y fabricado de primera mano por Estados Unidos y algunas fuerzas occidentales, es totalmente ilegal e inválido", dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Wang Wenbin, en una rueda de prensa rutinaria.
El informe es "una mezcla de desinformación" y "una herramienta política de la estrategia de Occidente de utilizar Xinjiang para controlar a China", añadió.
Wang también aseguró que la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos se había convertido en "esbirro y cómplice" de Estados Unidos y Occidente.
El documento relata una serie de violaciones de derechos contra los uigures y otras minorías musulmanas en Xinjiang, poniendo el sello de la ONU a denuncias planteadas desde hace tiempo por grupos de activistas, uigures exiliados y países occidentales.
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