Asesinatos indiscriminados de ciudadanos, quema de vehículos y de negocios con clientes en su interior, bloqueo de carreteras...
Durante varias jornadas de la pasada semana, México presenció conmocionado el caos incontrolable causado por el crimen organizado en diferentes estados del país.
Primero sucedió en Jalisco y Guanajuato, aparentemente como reacción al intento de las autoridades de capturar a un cabecilla del Cartel Jalisco Nueva Generación. Después en varias ciudades de Baja California, como la fronteriza Tijuana.
Y entre medias, el crimen campó a sus anchas por Ciudad Juárez, tras una batalla originada en prisión entre grupos locales rivales que después se extendió a la ciudad y acabó con un saldo de 11 muertos en la que la que la población civil fue el principal blanco de esta masacre. El gobierno mexicano desplegó al ejército para restablecer la seguridad.
Ante el gran impacto generado en el país, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó esta semana a opositores y medios de comunicación de utilizar lo ocurrido para generar incertidumbre y desestabilización entre la ciudadanía, y aseguró que con nada menos que 196 asesinatos de viernes a domingo en todo el país, el pasado "fue de los fines de semana, aunque parezca increíble, con menos homicidios".
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