El año que terminó, 2009, ha sido letal para el periodismo en México. Hoy contamos 9. Durante este año se engrosó la lamentable lista de comunicadores desaparecidos, que llegó a 9. El año termina como uno de los peores en la historia del periodismo en nuestro país. Las respuestas a dichos asesinatos siguen lejanas. Este año pasa sin soluciones. Pasa con silencio de aquellas autoridades encargadas de solucionar los problemas más serios de nuestro país. Pasa contando más periodistas caídos. El año pasó y las autoridades responsables (Unidad para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación resultó incapaz de concretar políticas internas que favorezcan la libertad de expresión, la Secretaría de Relaciones Exteriores ofreció “voluntad y explicaciones” pero pasó un año más y los relatores de la OEA y ONU siguieron sin visitar nuestro país de manera oficial. El dicho de que la invitaci! ón a ambos relatores es abierta y continua cae por su propio peso y se vuelve una frase vacía más del gobierno mexicano a la comunidad internacional). El año finaliza con un evidente desdén y carencia de voluntad política del gobierno federal y de los ejecutivos locales de Durango, Chihuahua, Guerrero, Oaxaca y Michoacán. El año terminó y las autoridades podrán seguir vociferando su compromiso, pero la realidad es fría e indica que su trabajo no lo hicieron bien. Hay nueve periodistas caídos que se los recordarán.
El 2009 terminó con la incómoda lectura del informe anual de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra Periodistas (FEADP). Con una destreza inaudita para hacer alquimia con las cifras el informe logró no decir nada. Logró, una vez más, hacer evidente que la Fiscalía es inútil. Su informe señala con nítida claridad que más que una instancia para procurar justicia, la Fiscalía se ha convertido en una oficialía de partes. Porque aunque el informe intente afirmar lo contrario, la realidad contradice a la PGR y señala que no se han investigado los casos de periodistas abatidos. Su nulidad es conocida por periodistas en todo el país. Aquellas personas que se han acercado a ella han sufrido en carne propia su incapacidad. Hoy es claro que la Fiscalía carece de legitimidad y confianza de las personas que debería de proteger. La lectura posterior del informe logró, con un desmedido esmero, dejar claro que lo ! mejor que podría pasar a los contribuyentes que mantenemos la Fiscalía es que sufra una severa reforma para atender el problema por el que fue creada.
El año deja un sinfín de tareas pendientes para fortalecer la libertad de prensa en México. Si nuestro deseo es que nuestra prensa se fortalezca, si lo que queremos es no competir con Somalia, la agenda del año 2010 deberá estar enmarcada en crear una nueva instancia especializada con un marco jurídico adecuado para la investigación de los delitos contra quienes ejercen la actividad periodística; una vez que tengamos una instancia federal capaz es necesario que se dé de manera pronta la aprobación de una ley que federalice los crímenes contra la libertad de expresión. De manera especial se deben de redoblar esfuerzos para trabajar en la discusión y posterior instalación de un programa de prevención contra agresiones a periodistas. Si funciona, dicha política de prevención será lo único que haría disminuir las agresiones a periodistas.
El 2009 lo recordaremos como año negro para la prensa, un año en el que el silencio e inacción provocó la muerte de colegas periodistas. Un año en el que la voluntad de los políticos no fue solucionar el problema, sino enterrarlo o hacerlo de lado. Sólo queda trabajar para que el siguiente año los nubarrones de la violencia contra la prensa se disipen y el horizonte sea más claros para todos y todas.
Director de Artículo 19 para México y Centroamérica
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