El pasado fin de semana me tocó ser parte de un evento artístico en homenaje a la madre de la directora de la Academia Xpresarte, mujer que fungió como apoyo incondicional para Nohemi Garcia, su hija, quien además estaría festejando el XV aniversario de la Escuela de Danza.
A partir de aquí es de donde surge el tema sobre el amor al arte o, dicho de otra manera, el arte por el placer mismo del acto creativo. La necesidad de crearse a sí mismo es una forma que tiene el arte de sobrevivir en cualquier etapa independientemente del factor económico. El solo hecho de usar medios artísticos para desahogar nuestras emociones, hablemos de danza, pintura, literatura, entre muchos otros, es uno de los motores que mantiene el arte vivo.
Las emociones son inherentes a la danza, así como a cualquier tipo de arte, pues a través de un lienzo, un papel o nuestro propio cuerpo es que se crea el acto comunicativo: el arte como expresión. Como parte de la comunidad artística considero que, aunque no siempre valorado, el arte nos acompaña desde el momento en que nacemos, forma parte de nuestra cultura y nos permite inmiscuirnos en el mundo real de una manera noble, tal vez un poco más humana.
Parte de esto es lo que se pudo presenciar en este tributo que, tanto alumnos como maestros, crearon para “Mamá Emma”, mujer que con amor y devoción ayudó a crear los cimientos de lo que es el sueño de su pequeña, quien también dedicó una pieza a su recuerdo. Tal vez sobren las palabras para expresar lo que en el escenario se vivió, pero no para continuar homenajeando el recuerdo de una gran mujer.
En honor a la señora Emma Garcia Duarte.
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